Esta primavera hemos pasado unos días en Irlanda, nos hospedamos en Dublín y además de disfrutar de esta ciudad visitamos algunos lugares de los condados cercanos. Allá van las imágenes y un poco de información por si os apetece daros una vuelta por la tierra del Shamrock y la Guinness, de duendes, verdes paisajes y antiguas leyendas.
La llegada
En esta ocasión decidimos cambiar la rutina de viaje y salir desde el aeropuerto de Eindhoven, más pequeño y acogedor. Dejamos el coche en el aparcamiento y a las 11.00 de la mañana volábamos hacia Dublín. Alquilamos un coche en el aeropuerto y a las 13h nos registrábamos en el hotel.
Los alrededores
El condado de Meath ofrece luares llenos de encanto, como la ciudad de Kells, a 65km de Dublín. Con sus más de 1000 años de existencia, merece la pena recorrerlo a pie siguiendo el Sendero Histórico de Kells que propone la oficina de turismo y que incluye 14 puntos de interés.
Aquí os dejo algunas fotos de varias de las paradas del recorrido por el "Gran Fuerte", que es lo que viene a significar el nombre de la ciudad: Kells.
Antes de dejar el lugar hicimos una parada en una cafetería-biblioteca donde la gente del lugar viene tanto a tomar café como a leer un rato o a pasar un rato agradable haciendo ambas cosas al mismo tiempo.
Otros puntos recomendables de esta zona son Newgrange, un túmulo prehistórico donde no hubo forma de entrar por mucho que lo intentamos, pero del que os dejo una foto que pudimos tomar a lo lejos; el pozo sagrado de St. Ciaran y el monasterio de Catlekeeran donde, por muchas y muy detalladas indicaciones con que contábamos (además del navegador) no humo forma humana de encotrarlos. St. Ciaran consiguió eludirnos esta vez, pero nos dio un buen motivo para volver :-) Os dejo no obstante unas fotos por si queréis intentarlo.
Túmulo de Newgrange, uno de los tres de la zona |
Toda el área del monasterio de Glendalough es un lugar en el que se pueden pasar horas sin cansarse o aburrirse y donde se respira una paz excepcional que te recarga las pilas para el resto del viaje.
La abadía de Baltinglass es una de esas joyas del paisaje que te sale al encuentro por sorpresa; en un desvío no intencionado acabamos dando con este paraje en el que no nos importó pasar un buen rato haciendo un paréntesis en la ruta planeada.
Y si de sorpresas y visiones inesperadas se trata, Castledemot es otra; necesitábamos repostar y nos desviamos para parar en una gasolinera y de paso comer algo a medio día... y allí estaba el monasterio abandonado, silencioso y discreto, esperando pacientemente la visita de cualquiera que pasara por allí y se parara a admirarlo.
Dublín
Hay tanto que ver en Dublín que repartimos la visita en varios días, aunque uno de ellos lo dedicamos exclusivamente a la ciudad. Entre otros monumentos y edificios emblemáticos, visitamos el Trinity College, la Cathedral St. Patrick, la Christ church, el Castillo de Dublin y la zona de Temple bar, varias iglesias tan antiguas como encantadoras y coloridos parques llenos de vida dublinesa. Sin embargo lo mejor, en mi opinión, fue simplemente pasear por sus calles e ir encontrando maravillas a nuestro paso. De la experiencia os dejo unas cuantas fotos que podéis ver en este enlace, en la sección de este blog "la ciudad tras el visor".
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