Navidades en Luxemburgo


Día 1. Llegada

Mapa de Luxemburgo
Aprovechando que Luxemburgo nos pilla a tan solo unas 4-5 horas de viaje, estas navidades decidimos hacer una escapada a este pequeño pero encantador país. Así que equipamos el coche y partimos rumbo al Sur. Exceptuando varias vueltas por el centro de Liege (obligados por las múltiples obras, carreteras cortadas y un Tom Tom sin actualizar) llegamos sanos y salvos a la ciudad ducal.

Probando el ambiente luxemburgués

Teníamos el hotel a tan solo unos minutos del centro, así que decidimos empezar con un paseo tranquilo por la ciudad antes de cenar. El centro estaba vestido de Navidad y en cada plaza un mercado navideño hacía que las calles se llenaran del aroma del algodón dulce, el vino caliente con especias y los platos típicos de estas fechas, el olor de la comida se mezclaba con el de la leña que ardía en los braseros repartidos aquí y allá para combatir el frío del atardecer invernal.

Aunque el tiempo no acompañara (además de un frío inclemente no dejaba de chispear) una infinidad de visitantes y nativos mezclaban acentos irreconciliables entre los puestos de adornos navideños, waffels calientes y avalorios de todo tipo. Tras la primera prueba del animado ambiente luxemburgués, nos fuimos pronto a descansar, aún nos quedaba mucho por ver en los días posteriores.


Día 2. Ruta histórica

El primer día en Luxemburgo lo dedicaríamos a la Historia, por lo que ver al menos un par de castillos era casi de obligado cumplimiento, pero comenzamos por una improvisada visita a Titelberg, donde los restos de un antigüo asentamiento celta nos esperaban bajo la llovizna y semiocultos bosque adentro. A pesar de la pésima señalización conseguimos encontrar el lugar y disfrutarlo en total soledad.

Asentamiento celta en Titelberg

Titelberg es el lugar de un oppidum que, en torno al 100 a.C., fue la capital de los Treveri, el grupo celta más importante y numeroso de la zona. Cubriendo un área de unas 50 ha. la plataforma de Titelberg fue constantemente ocupada a lo largo de 700 años por distintas tribus antes de la llegada de los romanos, llegando a su época de mayor esplendor con los Treveri entre 300 y 100 a.C.




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En el camino hacia el primer castillo de la ruta paramos en el publecito de Niederkorn para fotografiar la encantadora iglesia de San Pablo (Saint Paul eglise) y tomar un café cargado para reponernos del frío y de la subida a Titelberg.



Visitando castillos

Después pusimos rumbo al Castillo de Ansembourg, uno de los pocos aún visitables del Valle de los Siete Castillos de Luxemburgo. En teoría Ansembourg es de entrada libre y se puede visitar cualquier día, pero lo ciero es que solo pudimos acceder a los jardines y admirar el aire decadente con que un día de lluvia impregna un lugar como éste; sin duda en primavera los jardines cobran vida con el sonido de las fuentes y el color de la vegetación, puedes fácilmente imaginar el sol iluminando las estatuas de la avenida alfrombrada en verde y el imponente edificio del siglo XVII coronando los jardines bien cuidados, cercados por piedra y hierro forjado.


Aunque recomiendo visitar Ansembourg en una estación de clima más afortunado, no dejó de impresionarnos su tono melancólico y decadente bajo el gris invernal, la soledad de los setos mustios, las ramas desnudas y las estatuas adormiladas bajo la fría luz de ese día lluvioso.


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A tan solo unos minutos en coche se encuentra la fortaleza de Hollenfels, visitable en el exterior, así que nos dirigimos hacia allí para echar un vistazo antes de rendirnos al mal tiempo y volver al hotel.

Torre del Castillo de Hollenfels

Esta fortaleza del siglo XIV está situada en el centro de una colina y sus impresionantes muros la coronan atestiguando las magníficas vistas sobre el valle. Vale la pena visitar el castillo aun sin poder acceder al interior.




Ya que el resto de los castillos son propiedad privada y la lluvia amenazaba con intensificarse y acabar calándonos hasta los huesos, decidimos volver al hotel, hacer unas compras de cara al día de Navidad en que lo encontraríamos todo cerrado, y cenar en la plaza principal. Desafortunadamente a las cinco de la tarde ya estaban recogiendo todos los puestos y cerrando bares y restaurantes, la ciudad quedaría desierta antes de las seis y no habría ni donde tomar un triste café. Suerte que conseguimos que nos sirvieran uno (no sin algo de reticencia) en el restaurante de un hotel antes de que cerraran a cal y canto, así que nos dimos por satisfechos y disfrutamos de una improvisada velada de Nochebuena en la habitación a base de Netflix y delicatessen :-)


Día 3. Into the wild

La mañana de Navidad amaneció fría y gris, pero también tranquila y silenciosa; una situación perfecta para adentrarse en los bosques y fundirse con la Naturaleza. Ese día en que las calles de las ciudades duermen y la gente se recoge al amparo del calor de los hogares para celebrar la Navidad en familia, lo dedicaríamos a visitar Mullerthal, un área natural cercana a Echternach, al Noreste del país.


Decidimos hacer una ruta de 6 km que parecía prometedora e iniciamos el ascenso. El principio resultó un tanto salvaje, con constantes subidas empinadas que nos dejaban sin aliento y nos hacían sentir como auténticas cabras montesas pero que acabaron en unos minutos con el frío en nuestros cuerpos; luego pasamos a adentrarnos en los caminos embarrados del bosque para continuar bordeando un enorme campo de golf en un paisaje insulso que nos hizo replantearnos la elección de la ruta y volver al punto de partida.

Finalmente decidimos seguir y completar el recorrido, y valió la pena porque al poco rato la ruta se mostró en toda su plenitud, volvió a adentrarse en los bosques y nos ofreció parajes de Naturaleza exhuberante, con impresionantes miradores, rocas de extrañas siluetas cubiertas por el musgo y el río serpenteando abajo, en la lejanía. Incluso salió el sol e iluminó parte del camino, lo que nos pareció un regalo dado como había empezado la mañana.


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Al fin llegamos al punto de partida satisfechos y con las pilas recargadas, también hambrientos pues había llegado la hora del almuerzo, así que emprendimos el camino hacia Echternach, nuestra siguiente escala en el plan de ese día.

Una ciudad con solera

Echternach es la ciudad más antigua de todo el país, se encuentra casi en la frontera con Alemania, en el distrito de Grevenmacher, y creció en torno a una antigua abadía fundada en el 698 por un monje inglés que más tarde se convertiría en obispo de Utrech. Este territorio, sin embargo, conoció moradores más antiguos, como atestigua la villa romana de las afueras de la ciudad.

Para nuestra sorpresa varios bares estaban abiertos, con lo que pudimos tomar un café antes de ir a recorrer el pueblo. Visitamos la basílica de St. Willibrord, el edificio más antiguo de todo Luxemburgo, la abadía benedictina sita justo a su lado y los jardines de ésta; la iglesia de St. Pierre y St. Paul, un edificio románico de 1220 reformado en estilo gótico en el XVIII, y la plaza principal o Place de Marché, con la Croix de Justice, una cruz que los locales denominan "Urtsel" (cruz de la sentencia) con la que el abad trataba de demostrar su supremacía sobre los ciudadanos. El inevitable abeto de Navidad completaba la escena haciendo sombra, con su enormidad y exhuberancia, a la antigua cruz medieval.


Antes de dejar Echternach callejeamos durante un rato. Ya en las afueras visitamos la Chapelle de Notre Dame, construida en 1654 en estilo renacentista tardío, y después nos encaminamos a la Villa Romana en Schwarzuecht que, para mi desencanto, se encontraba cerrada a pesar de la profusión de visitantes. Éstos, por cierto, venían a pasear por los alrededores del lago cercano, cuyas vistas sirvieron para compensar la decepción de la inaccesible villa romana.



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Con esta visita concluimos nuestra ruta del día de Navidad y volvimos al hotel para disfrutar de las compras que habíamos reservado para la cena de ese día especial.


Día 4. Luxembourg city


Nuestro último día en Luxemburgo lo dedicamos a recorrer la "ciudad de los puentes" (llamada así por sus más de 100 puentes) y descubrir sus encantos.

Promontorio Bock

Comenzamos el recorrido subiendo por el Paseo de la Cornisa, que ofrece unas magníficas vistas de parte de la ciudad, hasta el Promontorio Bock y la Torre Jacob. Pretendíamos visitar también los Casemates, una red de túneles excavados en la roca por franceses y austríacos durante el reinado español, tienen unos 40m de hondura y 25km de longitud, y sirvieron de refugio durante las dos guerras mundiales; lo encontramos cerrado y no pudimos entrar, pero sí disfrutamos de las fantásticas vistas de la Muralla de Wenceslao, el río y uno de los puentes más altos de la ciudad desde el promontorio.


De vuelta al centro histórico pasamos por la Iglesia de San Miguel y continuamos hacia el Palacio Grand Ducal, una pista de hielo artificial con puestos de "tapas" luxemburguesas y el aroma delicioso de los dulces navideños. Después de un poco de callejeo y tras comprobar que ya estaban desmontando los mercados navideños en todas las plazas, nos quedamos un buen rato admirando la Catedral de Nuestra Señora de Luxemburgo por fuera y por dentro antes de irnos a almorzar.


Ya repuestos del frío con un buen almuerzo y el correpondiente café en el cuerpo, nos encaminamos tranquilamente hacia el Puente de Adolfo, uno de los puentes emblemáticos de la ciudad y que conduce directamente al castillo, pero para nuestra sorpresa lo encontramos completamente cubierto por una enorme lona ya que está en fase de restauración. Atravesamos pues otro de los muchos puentes de la ciudad para llegar hasta el Castillo de Luxemburgo.


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Cansados ya del frío y del callejeo decidimos terminar aquí nuestro recorrido por la ciudad ducal. A la mañana siguiente nos esperaba un largo viaje de vuelta con carreteras nevadas y tremendo tráfico, pero con los bolsillos (y la cámara) llenos de buenos recuerdos y la experiencia de un viaje interesante que por supuesto os recomiendo a todos ;-)






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